Es uno de los castillos más originales de España al incorporar en su interior una no menos notable iglesia románica de tres naves, planta poco habitual en la provincia de Segovia. Fueron declarados Monumentos por el Estado en 1931.
(*) Precio por persona y noche calculado en base a la tarifa vigente en fin de semana y temporada baja.
Castillo de Turégano. No en un tópico aclamar al castillo de Turégano como uno de los más apasionantes y originales monumentos españoles, puesto que las soberbia edificación de la fortaleza rodea una no menos notable iglesia románica de tres naves, de los pocos ejemplos que quedan de esta estructura tripartita en la provincia de Segovia si exceptuamos la capital, los dos monasterios cistercienses y un pequeño puñado de templos rurales. No en vano, este conjunto de castillo-iglesia o iglesia-castillo fue declarado Monumento Histórico Artístico hace casi un siglo, concretamente el 3 de junio de 1931.
El Castillo de Turégano es el emblema de la villa. Está situado al norte del pueblo. Fue levantado alrededor de una iglesia románica que aún se conserva. El templo, dedicado a San Miguel, fue construido en el siglo XII. Sin embargo, la espadaña que corona el conjunto y que constituye la originalidad de la fortaleza, es posterior, de los primeros años del siglo XVIII. El aspecto actual del castillo se debe a las sucesivas restauraciones ordenadas por los obispos Arias Dávila, Arias del Villar y Diego de Rivera, a lo largo del siglo XV. El edificio tiene forma de un gran bloque cúbico rodeado por una muralla exterior almenada con torreones. Bajo la fortaleza se encuentra la Plaza Mayor, de cuidado aspecto medieval, con soportales irregulares y una arquería de fondo, la convierten en una de las más bellas de la provincia. La iglesia de Santiago, ubicada en uno de los lados de la plaza, conserva un ábside románico del siglo XII. En su interior existe un interesante retablo barroco y un crucifijo visigodo de gran valor. A las afueras de la villa se alza la antigua sinagoga, hoy denominada Casa Curato. Es el único vestigio que queda en pie, de los levantados por la comunidad judía que se asentó en la villa.